La parte más antigua efectivamente es el lugar conocido como horno de la Santa, ubicado en los sótanos de la basílica de la Ascensión, que nunca fue terminada, tal vez por la desaparición de los Templarios del lugar. En este sótano son de destacar dos dragones o bichas que nos remontan a cultos órficos practicados en la más remota antiguedad en Galicia. También llaman la atención la cantidad de losas funerarias esparcidas por el lugar, en una de ellas tallado el árbol de la vida.
Lo más llamativo del sendero son la cantidad de agujeros o cazoletas hechos en las rocas. Algo muy frecuente en lugares celtas, normalmente servían para recoger la sangre de los sacrificios. A mitad del camino, exactamente en la mitad del mismo, se encuentra la basílica con el horno. Llama la atención la cantidad de agua que fluye por el sótano y arriba en el patio, justo encima del horno un agujero que servía de chimenea y al lado del mismo una pequeña pila con otra cazoleta. Parece ser que en el Templo de Jerusalén, existía algo similar, en el horno se hacían los sacrificios de los animales, arriba en el patio al lado de la chimenea, el sacerdote hacía la ceromonia rodeado de pilas en las que se quemaba incienso.
Curiosamente hoy en día, el día de Santa Mariña, se hace una procesión que sale desde la colegiata, recorre todo el camino parando en la basílica y llegando a una de las fuentes sagradas del Castro. Una vez allí, el sacerdote del lugar junto a dos ayudantes sube al alto de unas rocas sagradas y bendice los campos, curioso, muy curioso.
Como dije antes, es un lugar muy poco estudiado, los pocos estudios que hay sobre el mismo, son de particulates y aficcionados. Personalmente creo que fue un verdadero centro de estudio astrológico. Desde sus orígenes hasta la desaparición de los templarios del lugar.
Un lugar que puede asegurar que es de los más misteriosos que tengo visitado.
MARKO TULL.